viernes, 23 de febrero de 2024

FUGAZ Y TRANSITORIA


 

I

Vestirse resulta más tardío que quitarse la ropa. Usualmente los jeans corresponden al conjunto que utiliza todos los días para el trabajo. Son las cinco menos diez cuando el cerrojo cede y la puerta se abre para dar paso a su sonrisa cínica y malintencionada. Sus dientes perfectos contrastan con la tonalidad de sus labios pálidos en un rostro moreno y sin gracia. Su mirada sarcástica recorre mi cuerpo de arriba abajo hasta detenerse en el botón superior de la blusa que apenas y sostiene la voluptuosidad de los senos donde el pezón acaricia la tela, oprimiéndolos hasta mostrarse duros y retadores. Me toma de la cintura y atrae mi boca hacia la suya, con tal vehemencia que siento arder los labios con un dolor punzante y dañino, pero a la vez placentero en extremo. 

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