sábado, 30 de marzo de 2013

El criminal




Por ahí se dice que fui yo porque mantuve su corazón por mucho tiempo entre las macetas del jardín y el corredor que daba hacia el estrecho de la tarde Pero no fui yo Fue el otro Aquel que llegó por el sendero de los pájaros El lugar donde cuelgan los nidos como recuerdos viejos y el horizonte es polvo y hierba Sí fue él Le dio por acercarse cuando la vio pasar con el vestido abierto y las caderas anchas con los brotes de chupón a media vista -Parece una perra recién parida -dijo él con la botella de cerveza entre los dedos y el humo del cigarro retenido entre los dientes la mirada de alguacil que a veces ponen los hombres cuando tienen miedo Cuando la noche caía y la oscuridad brotaba por los canales de hierro él paseaba por la puerta esperando verla salir sin importar el macho que aprisionaba su cuerpo y la hacia mecerse sobre sus hombros con las piernas abiertas hasta el culo luego gemía y musitaba algo como versos sin entender Al poco rato ella salía y se soltaba el cubo desde el pelo cuando el agua bañaba sus enaguas para meter la mano y enjuagar los vellos Entonces el aplastaba el cigarro y en la oscuridad soltaba las riendas al caballo para estirar la soga y emancipar al buitre en la carroña ¡Él la mantuvo así por mucho tiempo! Ambos sabían que la vida es un pétalo No obstante se encaminaron al fuego a revolcarse entre los insectos con el semen confundido entre dos silencios ¡Él la mato! Aquella noche la vi salir con su vestido abierto -como cuando la conoció- con el hermetismo de los secretos atravesó la oscuridad del patio y saltó las bardas de la intimidad La perseguí con los ojos a medio cerrar Luego le di la espalda y un sueño profundo me encerró en un cataclismo de imágenes confusas y chinescas que no puedo entender hasta el día de hoy Al día siguiente el canto del gallo enderezó mis ideas abrí la ventana y el silencio me hizo perder la noción del tiempo... veo el camino de polvo con huellas de zapatos y pie de mujer descalzos pequeños y redondos
Ella se fue con él
Hay manchas de sangre que el agua no logra borrar por debajo de las uñas


Marina Centeno
Yucatán México