martes, 21 de abril de 2020

POEMA DEL ADIÓS




Tenía la piel curtida de silencio
y una sonrisa abierta como antes
puse empeño en transitar sus ojos
sus ojos que me llenaron de temblores
aparecían de repente como flechas
y el caos se apoderaba del entorno
Qué decir de sus manos de amapolas
cubiertas de suaves tentaciones
¡Amé tanto a sus manos!
Le escribí unos versos a sus uñas
a la forma de oprimir mis glúteos
Nunca fue tan mío como el día
en que decidí dar por concluido
eslabones de témpano y azúcar
Ya sus ojos no sellaban a los míos
sus dedos resultaban las tenazas
que dañaban mi cuerpo y escritura
y lo que antes eran juegos
pasaron a un pulsar de aburrimiento
con las torpes noticias filantrópicas
Me cansé de todas sus torpezas
de sus gustos asiduos al tinaco
la bajeza al transitar el lodo
y salir victorioso del enfado
Le solté las agujas en el verso
y se fue a volar en las metáforas
Ahora tengo pedazos de reclamo
y un aire de pétalo marchito
para continuar el llanto
Nunca le sentí tan mío como ahora
que le veo de lejos y sonrío
porque lleva un pez en la garganta
y una curva sinuosa en el cuaderno
donde escribe bitácoras de agua
Por un momento pensé que volvería
pero fue sólo un pensamiento
la tristeza se atora entre los dientes
y la uña se clava en las agujas
Sigo viva sufriendo y tarareando
entre letras y libros de quebranto
mientras él se devora los residuos
y se expande en la carpa de los raudos

Marina Centeno

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