miércoles, 23 de abril de 2014

Conformidades



Cinco monedas de a diez pesos dejó el hombre sobre la piedra Basta decir que la cama es una celda crujiente donde el aroma es algo parecido a los pasillos del mercado en épocas pasadas cuando los caños se abarrotaban de excremento y deshechos alimenticios en estado de descomposición

Tuvo tiempo de estirar la mano y con sus veinte cortadas palpó los glúteos destrozados por los años de conjeturas insalubres y mecidas en páramos de más de quinientos hombres urgidos y nefastos

Te esmeraste princesa –dijo el macho Aún tienes los pezones destrozados Deja de colgarte de los cinchos y pon tierra de por medio que a estas alturas no hay esperanza en el mar más que las gaviotas que revuelven la orilla y recaen después del invierno Lo demás es una cueva deteriorada por el agua

Tengo temor a las tormentas _respondió pero no a esas que vaticinan la llegada del norte Temo a los ojos persuasivos y las persianas cerradas Cada que paso delante de ellos me persiguen como si fuera un señuelo a punto de incrustarlo Temo a la cornisa cuando llueve y el gotear me recuerda aquellos años de niñez en los cartones cuando mi madre solía llevar el pescado entre cordeles y mantenernos alejados a mí y a mis hermanos del bullicio del muelle con su cuesta de pájaros hambrientos Temo a la oscuridad cuando avecina al crucero y mi casa se convierte en palos y mi cuerpo se convierte en una cuenca para los gusanos Le temo a tus reclamos y tu silbar de ogro en mis rodillas apretando mis glúteos….

Salió de entre los trapos y el rugido del mar se adelantó como si de antemano supiera que el invierno es una ola espumosa y maloliente Hasta sus oídos llegaba el murmullo de su voz cada vez con más resignación Se perdió entre la gesta del puerto cada cual con su anécdota o su silencio

Por debajo de la construcción ella continúo su rígida alegoría: Temo a los cetáceos que cruzan el océano hasta llegar a la orilla sin más manutención que el nitrógeno de su egoísmo…

Se puede –se escuchó la voz de un hombre Traigo postas calientes y unas ganas enormes de devorar al señuelo que traes en el centro Deja el testimonio para cuando la cordura te delate Quizás esta sea tu última oportunidad…

Marina Centeno

Señuelos Dostoievskanos de CONFORMIDADES