martes, 27 de septiembre de 2016

CONFORMIDADES





Cinco monedas de a diez pesos dejó el hombre sobre la piedra Basta decir que la cama es una celda crujiente donde el aroma es algo parecido a los pasillos del mercado en épocas pasadas cuando los caños se abarrotaban de excremento y deshechos alimenticios en estado de descomposición

Tuvo tiempo de estirar la mano y con sus veinte cortadas palpó los glúteos destrozados por los años de conjeturas insalubres y mecidas en páramos de más de quinientos hombres urgidos y nefastos

Te esmeraste princesa –dijo  Aún tienes los pezones destrozados Deja de colgarte de los cinchos y pon tierra de por medio que a estas alturas no hay esperanza en el mar más que las gaviotas que revuelven la orilla y recaen después del invierno Lo demás es una cueva deteriorada por el agua

Tengo temor a las tormentas _respondió pero no a esas que vaticinan la llegada del norte Temo a los ojos persuasivos y las persianas cerradas Cada que paso delante de ellos me persiguen como si fuera un señuelo a punto de incrustarlo Temo a la cornisa cuando llueve y el gotear me recuerda aquellos años de niñez en los cartones cuando mi madre solía llevar el pescado entre cordeles y mantenernos alejados a mí y a mis hermanos del bullicio del muelle con su cuesta de pájaros hambrientos Temo a la oscuridad cuando avecina al crucero y mi casa se convierte en palos y mi cuerpo se convierte en una cuenca para los gusanos Le temo a tus reclamos y tu silbar de ogro en mis rodillas apretando mis glúteos….

Salió de entre los trapos y el rugido del mar se adelantó como si de antemano supiera que el invierno es una ola espumosa y maloliente Hasta sus oídos llegaba el murmullo de su voz cada vez con más resignación Se perdió entre la gesta del puerto cada cual con su anécdota o su silencio

Por debajo de la construcción ella continúo su rígida alegoría: Temo a los cetáceos que cruzan el océano hasta llegar a la orilla sin más manutención que el nitrógeno de su egoísmo…

Se puede –se escuchó la voz de un hombre Traigo postas calientes y unas ganas enormes de devorar al señuelo que traes en el centro Deja el testimonio para cuando la cordura te delate Quizás esta sea tu última oportunidad…

Marina Centeno