martes, 29 de junio de 2010

terapia intensiva


Día 38.-


Por habitables que aprezcan las esferas solípticas, llega el momento en que nos falta el aire, y esta crisis nos da la oportunidad de salir. Si alguna ventaja tiene en esto el poeta es su desventaja: su reino carece de viabilidad económica. Esto lo deja a la intemperie, donde puede volverse un resentido, un cortesano de otras esferas o un auténtico perdido, un hombre que no sabe qué hacer, y así se enfrenta en su propia vida, en la raíz de la hermandad con todos los hombres. Todos los paliativos, todas las buenas voluntades, todos los esfuerzos por negar que la ciudad vive de espaldas a la poesía, tienden a frustrar este encuentro y a consagrar el desdén implícito que puede haber del poeta a la ciudad, al hacer de la poesía un absoluto, o de la ciudad al poeta, al reservarse el derecho de admisión de la poesía bajo la categoría de ornato social.


La poesía no se deja tratar así. Si al replegarse hasta sus fuentes creadoras no logra abrirles cause más amplio, aunque se transforme en otra cosa que hacer versos, se rebela y bloqueándolas toma venganza: "Desde que emepecé a escribir poemas -dice Octavio Paz en el prólogo de El Arco y la lira- me pregunté si de veras valía la pena hacerlos: ¿no sería mejor transformar la vida en poesía que hacer poesía con la vida?"


La cuestión de la vida es más importante que la cuestión de los versos, los negocios, la política, la ciencia o la filosofía. La cuestión de los versos, como todas, importa al convertirse en una cuestión vital.


Gabriel Zaid.

domingo, 6 de junio de 2010

terapia intensiva


Día 37.-
La imagen es permanencia -tal es en definitiva el sentido de lo que Lezama Lima llama la "prueba hiperbólica". Esta imagen es la "cantidad hechizada", es decir, el de las eras imaginarias, y la de su fideismo poético. En la imagen se "remansa" la prolongación del poema.
De acuerdo en este punto y sólo en él con Aristóteles, Lezama Lima señala que la poesía nace de lo que, en apariencia, es contradictorio pero que en realidad se anuda en este analogon de la imagen. Así escribe: "Dentro de este análogo, es donde es posible señalar estas ambivalencias, en ese cosmos de la poesía, y he aquí el gran hallazgo perviviente de su poética -la de Aristóteles-, señalar que es en la región de la poesía donde éste es áquel, donde es posible reemplazar el escudo de Aquiles por la copa de vino sin vino, este árbol por aquella hoguera. El árbol como la sombra de la hoguera es petrificada; la hoguera, discutiendo con el viento, mueve sus brazos como hojas" La diferencia principal entre Aristóteles y Lezama -o, en conjunto, entre Aristóteles y la poesía romántica y post-romántica- reside en un hecho que a veces se olvida de puro sabido: la poesía clásica y sobre todo neo-clásica tendía a la verosimilitud y, en este sentido, y a grandes rasgos demasiado generales, a ser una manifestación alterada del sentido común.
Ramón Xirau (Poesía y conocimiento)