jueves, 28 de abril de 2011

Terapia Intensiva

Día 47._


Pero hacer poesía no puede reducirse a hacer historia, ni juzgarse únicamente desde ese punto de vista. Si esta generación todavía no hace historia, ha hecho ya una poesía que confirma la buena savia de la selva, y que atrae por su riqueza, su misterio, su vitalidad ensimismada: esos ritmos fértiles que Thomas Hoeksema ha sabido escuchar en The fertile rhythms: Contemporary women poet of Mexico.

Gabriel Zaid (Ensayos sobre poesía)

miércoles, 27 de abril de 2011

Terapia Intensiva

Día 46._


Sucede a veces al entrar al cine: las manchas blancas y negras de la pantalla desorientan. No sabemos mirar lo que estamos viendo, al menos por un instante.

Sucede a veces tambien al despertar en lugares inesperados. Uno está queriendo mirar lo habitual, y a pesar de estar viendo con los ojos abiertos, no "ve". La realidad se desvanece en manchas "no figurativas", en bultos insólitos, en espacios desconcertantes. ¿Qué lugares son éstos, de la realidad, de la sensibilidad, de su encuentro o de esas

zonas íntimas del ojo
(donde) no ocurre nada, no, sólo esta luz

como dice el epígrafe de Muerte sin fin con que se abre el libro Sólo esta luz de Isabel Fraire, Ediciones Era.

Hay algo ahí, precisamente. Algo que se desvanece en el instante en que se configura. Que tiene que ver con la llamada psicología de la Gestalt, con nuestra espontánea y educable capacidad de integrar totalidades con sentido; con la realidad de ese sentido y sinsentido de las impresiones que nos asaltan, sin forma aún, hasta que se nos vuelven habitables. Que recuerda los juegos de la óptica recreativa: el calidoscopio o las fotos tomadas muy de cerca para jugar a las adivinanzas de reconocer qué es. Pero también los "juegos" angustiosos, que ponen en juego el sentido mismo del mundo, en ese instante en que se desfigura o configura.

La poesía de Isabel Fraire se da, toma su fuerza y se refiera a esa zona o instante en que las sensaciones se vuelven sentido y el sentido se disuelve en sensaciones.

(Gabriel Zaid, Ensayos sobre Poesía)

martes, 26 de abril de 2011

Terapia Intensiva

Día 45._

Si las comparaciones son odiosas, es porque siempre tienen un efecto reductivo, que es una injusticia de partida. ¿Qué es más, una montaña o una nube? La cuestión es absurda a menos que reduzcamos la montaña y la nube a un valor común. Solidez (gana la montaña), ligereza (gana la nube), brevedad tipográfica (la nube, en español), altura (según el caso). Pero ni la montaña ni la nube pueden reducirse a solidez, altura o brevedad. Esta injusticia se hace a ciertas obras cuando se les exige lo que no viene al caso, por comparación con otras obras en las que sí viene.

Pero lo peor sucede cuando el autor mismo, para competir, para superar, cae en la sumisión de esas comparaciones y se plantea falsas exigencias. El competidor es la forma activa del imitador. Por lo mismo, se condena a perder. Puesto que cumple fines que no son suyos, nunca logrará lo mismo que el autor fatalmente arrastrado a problemas que empezaron por ser suyos, aunque luego se pusieran de moda. Además para cuando tales problemas se ponen de moda, ha transcurrido un tiempo, lo cual quiere decir que, en alguna parte, alguien (demasiado ocupado con su verdaderos problemas para ocuparse de la moda) ya está creando algo que luego se pondrá de moda.

Nunca se acaba.

Terapia Intensiva

Día 44._


"Todos somos poetas de transición:/la poesía jamás se queda inmóvil"
("Manifiesto" en Irás y no volverás de José Emilio Pacheco)

domingo, 24 de abril de 2011

Terapia Intensiva

Día 43._

Un poema es un programa de actos labiales, visuales, asociativos, que interpreta el lector, como un actor. Puede pensarse en una "máquina" de leer, que sería el lector. El programa (el poema) que movería el lector (como los surcos de un disco mueven la aguja del tocadiscos) tendría previsto el estímulo visual de tal palabra, el clic de tal giro insólito, el hecho de que la palabra siguiente no empiece con una posición labial o de la lengua que exija una "digitación" imposible (por falta de tiempo, dada la posición terminal de la palabra anterior), etcétera. Sin embargo, la función totalizadora que exige el poema (y, que en ese sentido, puede considerarse una función "programada") no es automática: ninguna máquina puede integrar el poema como totalidad de lectura consciente. Ningún tocadiscos puede totalizar la sonata que recorre, pero no escucha, a diferencia del intérprete.

La totalización del poema exige asumir la libertad del intérprete previsto o "programado" en el poema: no necesariamente la primera persona que dice "yo" en los versos, sino el papael del autor que está leyendo con los ojos del lector. El lector se "pone en el caso" como una máquina analógica, pero la "máquina" deja de serlo porque su recreación es intransferible. Hay tantas actuaciones como lectores. La recreación no es una "respuesta condicionada", sino una expresión virtual de sí mismo, asumida con la distancia y libertad con que el autor mismo asume su obra.

La persona que hizo el programa (el autor como escritor, no como personaje implícito o explícito) es la primera que lo prueba, lo ajusta, lo verifica, no de acuerdo con ciertas normas para escribir, sino existencialmente, leyendo. Es el primer lector de su obra, el lector protagonista que luego deja este papel a todo lector. Su personalísima interpretación deja su huella en el papel, pero es únicamente suya, y hasta cierto punto incomunicable: la "función totalizadora de la máquina humana" nos hace únicos y concretos y por lo mismo semejantes, tanto en el sentido abstracto de tener la misma forma, como en el sentido concreto de ser, hoy, aqui, tú y yo, comunicantes.

LO QUE YO LEO NUNCA ES LO QUE TÚ LEES.

sábado, 23 de abril de 2011

Terapia Intensiva

Día 42.-

Es un hecho, la carga subjetiva es más poderosa en la poesía contemporánea que en la poesía clásica. Pero subjetividad no es -puedo no ser- signo de aislamiento. La subjetividad es relación y es contacto. "Hay que ser objetivo consigo mismo y subjetivo con los demás" (Kierkegaard)

Poesía y conocimiento (Ramón Xirau)