domingo, 24 de abril de 2011

Terapia Intensiva

Día 43._

Un poema es un programa de actos labiales, visuales, asociativos, que interpreta el lector, como un actor. Puede pensarse en una "máquina" de leer, que sería el lector. El programa (el poema) que movería el lector (como los surcos de un disco mueven la aguja del tocadiscos) tendría previsto el estímulo visual de tal palabra, el clic de tal giro insólito, el hecho de que la palabra siguiente no empiece con una posición labial o de la lengua que exija una "digitación" imposible (por falta de tiempo, dada la posición terminal de la palabra anterior), etcétera. Sin embargo, la función totalizadora que exige el poema (y, que en ese sentido, puede considerarse una función "programada") no es automática: ninguna máquina puede integrar el poema como totalidad de lectura consciente. Ningún tocadiscos puede totalizar la sonata que recorre, pero no escucha, a diferencia del intérprete.

La totalización del poema exige asumir la libertad del intérprete previsto o "programado" en el poema: no necesariamente la primera persona que dice "yo" en los versos, sino el papael del autor que está leyendo con los ojos del lector. El lector se "pone en el caso" como una máquina analógica, pero la "máquina" deja de serlo porque su recreación es intransferible. Hay tantas actuaciones como lectores. La recreación no es una "respuesta condicionada", sino una expresión virtual de sí mismo, asumida con la distancia y libertad con que el autor mismo asume su obra.

La persona que hizo el programa (el autor como escritor, no como personaje implícito o explícito) es la primera que lo prueba, lo ajusta, lo verifica, no de acuerdo con ciertas normas para escribir, sino existencialmente, leyendo. Es el primer lector de su obra, el lector protagonista que luego deja este papel a todo lector. Su personalísima interpretación deja su huella en el papel, pero es únicamente suya, y hasta cierto punto incomunicable: la "función totalizadora de la máquina humana" nos hace únicos y concretos y por lo mismo semejantes, tanto en el sentido abstracto de tener la misma forma, como en el sentido concreto de ser, hoy, aqui, tú y yo, comunicantes.

LO QUE YO LEO NUNCA ES LO QUE TÚ LEES.