Me quedé en el sosiego de la puerta
reclinada en el fardo del silencio
para sentirme abismo en el desierto
y no poder reunir de un sólo páramo
la cantidad de veces el suspiro
Me quedé tarareando el introspecto
de una vaga razón por la derrota
al tener la certeza al horizonte
sin figuras que acierten a lo lejos
soportar la inclemencia del vacío
Me quedé con las ganas de alambrista
al buscarle equilibrio al abandono
Marina Centeno
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