lunes, 26 de junio de 2017

El periodista José Luis Castillejos Ambrocio habla sobre mi poética


El amoroso tiene el verso más perfecto en un largo beso. Tiene en la palabra la expresión contundente de un te amo y es tierra fértil al cariño humano.
Por eso un poeta no se anda por las ramas, va a la flor, al tallo y a la espina y cultiva el pasto con el mismo amor que a un eucalipto o un árbol de anonas.
Aquel que ama no sabe de daños, ni de años, ni de horas y su tiempo es distinto al terrenal pues casi duerme al despuntar la aurora y no se avergüenza si dormita cuando apenas muere la tarde.
En un amoroso las horas son perfectas y los cerros son el nido y el nudo de las circunstancias.
No hay amoroso que no haya recorrido la playa con el verso, no ha dejado de sentir la arena ni de observar el horizonte marino para ver a los pelicanos o la aleta de algún tiburón extraviado.
El amoroso es más que verso y circunstancia. Es la prosa sin prisa de Sabines, el canto de Joaquín Sabina; el poema de Oscar Wong, el drama de Pablo Neruda recorriendo los Andes centrales y el llanto de Alí Chumacero frente al rito frío del olvido y el silencio y el suave murmullo en las letras de Marina Centeno.
Hoy desperté con los escritos del poeta Oscar Wong y recordé a Rosario Castellanos y el estallido de un cohete surcando el aire me hizo evocar la campiña y el canto a Chiapas de Enoc Cancino Casahonda.
Los amorosos somos eso, apenas aves de paso que vamos solitarios por la vida buscando el eco de la montaña y el abrazo cotidiano de la lluvia.
Para qué queremos más.

José Luis Castillejos
Periodista.
Chiapas, México.

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