No todo está perdido entre las sombras
hay cuerpos que se instalan la penumbra
les llega el manantial del desvarío
y lamen y se muerden y se incitan
como una tempestad de la razón
Hay veces que los nidos se transmigran
y quedan a intemperie los racimos
de módica sustancia que se esparce
como una brevedad que busca el rumbo
para sincronizar muslos y lluvia
por cautos movimientos de estallido
Las manos que dilatan los segundos
se vuelven un enigma del abismo
buscando internarse en disyuntivas
de dedos que penetran a la noche
y labios que deambulan por la espalda
y dientes que contienen la mordida
y uñas que traspasan el umbral
[Desde cuando las letras se nos ciernen
por toda la plegaria de la piel
es cuando tu susurro me sonroja
y el vientre me cabalga como flor
que espera la ventisca de la tarde
que mueva su coraza de mujer]
No somos los que somos en la calle
perdidos entre espesos laberintos
de gente que atropella nuestros cuerpos
hastiados por peldaños de la asfixia
con fuego que termina en la ceniza
del sexo de conductas compulsivas
Marina Centeno