III
El tiempo alarga sus garras a lo inhóspito
surca ciudades con la liturgia de las voces
porque se oxidan los maizales cuando la luz del sol ya no le asiste
puede pasarle el viento a los limones y sacarle el zumo
porque el monte es un hombre sin abrigo
que devora oscuridades con los ojos
cuando se quema el marzo entre los soles
y el abril sahuma los carbones
y muere el verde en el hedor
donde se olvida el nombre de la lepra
Vuelve el anafre a reclamar su dote
para verle morir entre la estirpe
el insecto se plaga entre la fauna
y la flecha se incendia entre los dedos
mientras la deidad duerme en la mazorca purificando al cielo
Volverán los días de templanza a sembrar el oro entre los verdes
y bailará el fustán de la mestiza al compás del folclor y de la danza
Me perderé – juro que me perderé – llegado el día
sumergiré mi cuerpo entre las aguas para morir de sacrilegio en la
profundidad del pozo
y seguirle el viento a los chilames para dejar mi nombre en el graffiti
porque el monte es un códice de dioses
Marina Centeno
Yucatán México