lunes, 5 de septiembre de 2016

RE-leyendo



Re-leyendo a RAYUELA con todos sus enigmas y obstáculos. Me encuentro a un nuevo Cortázar, no me detuve en la primera leída y devoré sus líneas sin reparar en el sentido opuesto de sus manecillas. Ahora, en la segunda lectura, disfruto a Oliveira como quien disfruta un problema complicado, que no tiene salida, me limito a desenvolver el dulce de su acento áspero.
Me he sorprendido con una sonrisa en los labios por las peripecias de su andar por el París de antaño. También vibro el Jazz y el blues que tiene a bien acompañar al ruedo ese vertedero de palabras.
Tal vez más adelante se atragante una lágrima hasta el fondo de un crepúsculo mientras sigo la línea de la calle donde Oliveira se encuentra con la Maga...

"Oliveira se sacó el agua de los ojos con la mano libre, se orientó como un héroe de Conrad en la proa del barco. De golpe tenía tantas ganas de reírse..."

In-entendible, comprensible y sensitivo. "Temblaba el troc, se vencían las marioplumas y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas..."

Lenguaje casi-único lo que hace de Rayuela un tempestad de voces y graznidos.

De ahí mi re-lectura. Una obra para re-leer. A la primera lectura rescatas la médula a la segunda disfrutas la amalgama y los desarmes del lenguaje.

Los últimos días me doy a la tarea de re-leer los libros de mujeres antagónicas. Esas que no necesitan bilé en los labios, ni escrúpulos en las piernas.

Volveré...




Marina Centeno