viernes, 9 de abril de 2010

terapia intensiva


Día 28.-
No es por ganas de ponerse difíciles, que se omita más en poesía que en prosa. Es que la poesía admite y hasta invita a omisiones contextuales que le van menos bien a la prosa. La riqueza del poema es como la riqueza del dibujo: dibujar es omitir (Liebermann).
Cuando la prosa omite elementos contextuales, "poetiza". (Lo cual por supuesto, no se le va a prohibir a nadie. Estamos tratando de entender) La prosa puede renunciar a recursos que le son propios y que, por razones de longitud, son prácticamente imposibles en poesía. Lo interesante es que al hacerlo "parezca" poesía.
La pintura puede renunciar al retrato, volverse abstracta, competir con la música, porque el retrato es posible en pintura: no es algo a lo que pueda renunciar la música. La novela y el teatro pueden renunciar a la creación de caracteres. Un poema no puede hacerlo: no puede crear un carácter en cincuenta palabras. Los personajes de un poema son implícitos (se pintan por lo que dicen) o esquemáticos (son descritos en muy pocos trazos).
Hay poesía concreta,pero no prosa concreta. ¿En qué pudiera consistir? La poesía admite una gran intensidad de composición: letra por letra, fonema por fonema, sema por sema. Pero cincuenta mil palabras no pueden llamar tanto la atención sin destruir lo que las integra. La prosa admite "espacios" de expresión que no caben en cincuenta palabras. Estos espacios quedarían pulverizados al darles un tratamiento tipográfico tan intenso como el que admite un poema concreto.
Gabriel Zaid