Día 33.-
Si el poeta dice sus propios versos, escenifica la tendencia a confundirlo con su primera persona, obra de él como otro de sus personajes. La cosa puede tomar el aire equívoco de una confesión íntima que es una confesión pública. El Autor, que sale de personaje en algunas obras de teatro, queda mejor actuado por un actor que por el propio escritor.
Este equívoco, si no es buscado y logrado como un recurso (común en la poesía moderna), frustra la obra. Lo cual se ve muy claro en ciertas situaciones teatrales, por ejemplo, cuando un actor famoso ya no hace el personaje de la obra sino el actor famoso que es él, siempre el mismo. O cuando una señora, en el teatro de aficionados, no está viendo el personaje que hace su hija, sino la afición l teatro que muestra el "fulanito" al abrazarla. En la poesía lírica, hay situaciones equivalentes: leer los versos de un conocido para sacarles todo lo que puedieran tener de confidencia, para conjeturar "a quién se los hizo" y hasta dónde llegaron en sus relaciones. Estos equívocos no sólo pueden frustrar la obra, pueden frustrar la vida de un poeta poseído por su primera persona hasta el punto de ser arrastrado al suicidio, si eso exige el drama de su personaje, cuando através del drama el personaje se apodera el autor.
Claro que puede suceder que el escritor sea todo un personaje, que el personaje sea su medio de expresión...entonces no hay equívoco posible.