No tenemos ilusiones: las ilusiones nos tienen (Kunkel). Somos animales fantásticos (Ortega y Gasset). O quizá mejor: heliotrópicos. No hay móvil humano que no apunte en la dirección de una unidad contemplable que nos mueve, nos atrape, nos inspira. No es algo que esté en el hombre, sino aquello sólo en lo que el hombre puede estar. No el hombre, esa unidad contemplativa es la medida de todas las cosas (Heidegger). El mundo es habitable en la medida en que, movidos por eso, quizá medio en sueños, hemos actuado para que esa luz resplandezca. Actuamos orientados, necesitados de esa unidad. Inventamos lo necesario para estar en claro. LA RAZÓN CREA LO QUE EL AMOR DEMANDA. (Dieste).