Jamás dormí entre sus brazos
tampoco el roce de su cuerpo
acarició el silencio y la respiración
De ahí que todo sea imaginario
hasta las despedidas que surgen
de vez en cuando por el email
Todo parece un indicio
en lo irrevocable que causa el trato
con los sonidos del computador
en la autonomía al desenvolverme
de la neurosis que insiste
Jamás dormí entre sus brazo
y aún así amanezco tibia e intencionada
con la cuesta al mundo y la rutina
como una pausa dentro de mí
Marina Centeno
Yucatán México