Él me creía virgen entre el lupanar de hormigas
Él me partía en dos el camino
entre lo seco del amanecer
Basta decir que la simpleza
era una bufanda en el invierno
que envolvía nuestros cuerpos entumidos
El atizó el leño y se enfundó la brasa
Aún tengo memoria –dijo-
veo las líneas de tu vulva
y la candidez del viento en lo vacío
que estremece tu cuerpo de mujer
Arrópate
deja colgar la quietud que tienes en los ojos
cuando miras abierta
y te bebes a sorbos el café
Marina Centeno
Yucatán México