Limpia con cuidado las heridas y el unguento lo mezcla con palabras Aquel amanecer de ropa holgada cuando el vacío deja la brisa en la puerta de los labios Ella levanta el pañuelo y agita los brazos Todo sigue en calma la estufa parpadea y el reloj se cuece en la ventana con dos agujas de almohada que en las noches insomnio se resisten a ocupar el deslave del mar sobre la brasa de su entrepierna que es fetiche y agua
Marina Centeno
Yucatán México