Suplico en nombre del ocaso
la apertura siniestra de la noche
sin pensar si mañana volverá la luz
a mancillar las sombras
Debemos sí debemos
distanciar las palmeras con el viento
el sonido y las pausas
la opresión de la sed en la garganta
mientras cae de lleno en la memoria
una turba caliente de esperanzas
para hacernos espejo
en esta desnudez de agua
Marina Centeno