lunes, 2 de marzo de 2015

CAMALEÓNICA




Siento la seda moviéndome las gotas
el rumor humedece
y acomoda su diestra en la quimera
cuando las sombras salpican los rincones
y se fecundan navajas en el viento
espermatozando oceános
que encapsulan el vicio
y demoran las rosas
desde el ritmo en que se pliega el ovario
Tú en la selva asfáltica
numerando estrellas
en un cielo que engulle su infinito
a esta cítrica fantasma
-Por qué tocan levemente las campanas
notas de niña arrebatada-
Mi madre huye de la forma destartalada
de engancharme a la pausa
en las sombras que me habitan
cuando la noche busca su acomodo
en los cajones del miedo
Mi Madre reclama la tristeza que circunda
los rincones fortuitos de tibios desahogos
por cavernas de cielo en brocales del pozo
La página cuelga su tropel de palabras
en mensaje inalámbrico a pantalla de plasma
donde debo escribir
que aprendí de memoria los fracasos
el hueco inhabitable
inferior al voltaje del relámpago
Ya no bebo libros
porque el líquido absorbe
y pudre las piedras
en el diámetro del vaso
Ahogo en periferia de letras
partitura de hielo que soporta los grados
Sabe a nunca el silencio del óvulo
su consistencia de sangre
por donde surgen pájaros
que sobrevuelan la soledad del saco
Una mujer arrastra las maletas
porque se cansa del presagio
su voracidad errante que amamanta vacíos
cuando el niño queda varado
a la esterilidad del blanco
Vierto horizonte a los puntos cardinales
a la espera el suicidio de la luz
que proyecta su hondura
donde la resequedad cuartea ligamentos
Al atardecer acaricio las ramas
el costal maloliente de otoños
que entre mis sedas urden su hojarasca
Ya no tomo las rosas con las manos
ahora muerdo los pétalos
para engendrar demonios que proliferen pecado
Hay ruegos que surgen de algún sitio
como hebras de sol que duplican su amarillo
en la empinada cuesta de los años



Marina Centeno