jueves, 22 de marzo de 2012
Satírica
Colocó el cerrojo a las puertas para luego perderse en los laberintos Nada hubo que detuviera las andadas entre las peñas Cuando la risa retumbaba en las paredes solía zafarse de la luna y tender sus ojos hacia el techo De vez en cuando recorría la vulva con las uñas pintadas y un delantal de viento entre las piernas Así supo que él dormía boca arriba y que la espuma tocaba sus senos -desparramada y tibia- Al día siguiente el periódico le daba la impresión de ser la hoguera de todos los dilemas Se acostumbró a las voces que traía dentro y sentada bajo el farol de los poemas volvía a ser niña y jugar con las muñecas
Marina Centeno
Yucatán México