Hueles a piel de otro hombre -dijo-
con la escama de otra noche
bajo las bragas sucias
empolvada de semen
cuando la falda cimbra las paredes
y un rumor de tormenta que se acerca
se apodera del miedo y el valor
Hueles a casta
hueles a hiedra
cuando sueltas el amarre de tu cabellera
y te tienta el silencio de los libros
mientras bebes atole
en el pozo del vicio
donde se ahogan los nombres
para luego volverte
pálida y sumisa
con el grumo en la leche
atorado en el centro de tu perdición
Marina Centeno
Yucatán México