De nuevo las cosas van y vienen
hay ungüento de lodo
una mancha que absorbe la estatura
No tengo la pureza
en el santuario que debiera
con esa abnegación que da la rosa
en su entrega absoluta
De lo dulce me bebo todo el agrio
y voy dando traspié
sobre mi nombre
acomodando las mantillas
sobre el mueble de madera
Al salir voy de lleno hacia el mundo
con la cicatriz en la parte delantera
donde la bombilla se funde
en la energía que ofusca la cabeza
Marina Centeno
Yucatán México