Querida Marina:
En efecto, a lo largo de nuestra existencia, gloriosa o precaria, según miremos al nuestro alrededor y valoremos, nos encontramos con arbustos, matojos y matorrales, árboles de diversa textura, follaje, branca y calaña. Para mí, esto es tan verdad lírica que más que un símbolo a tener en cuenta, desde la Tradición, es una correspondencia de donde me nacen imágenes, metáforas y sinestesias como salteadores por los caminos de antaño.
Y es tan cierto como lo anterior que para el poeta masculino hay árboles femeninos que nos muestran, a unos sus vilanos, a otros sus frutos, a los más afortunados, sus secretas caricias rugosas y sus perfumes. Para Marià Manent, la mujer más acuciante de su camino fue la acacia. Yo he tenido la (mala) suerte de no saber cuál es, en realidad, la sombra de mi árbol, para poder reparar las viejas heridas. Pero no echo culpa a ninguna raíz, tampoco a las diosas. Los árboles están ahí para enseñarnos. Claro que saben.
Un beso.
Pere
D’ARBRES
Hi ha arbres encallats al camí
solemnes
taciturns
coberts de quietud
i tot i així
poden parlar de camps
d’hivern i d’insomni
Els arbres fiten
com cau la tardor en la taronja
i el verdor de l’estiu en el cossiol
la textura de la pols
quan arriba la nit per les seues coves
perque saben –els arbres-
que de la soledat naix el poeta
Traduït per Pere Bessó
De árboles
Hay árboles varados al camino
solemnes
taciturnos
cubiertos de quietud
y aún así
pueden hablar de campos
de invierno y de insomnio
Los árboles observan
como cae el otoño en la naranja
y el verdor del verano en la maceta
la textura del polvo
cuando llega la noche por sus cuevas
porque saben –los árboles-
que de la soledad nace el poeta
Marina Centeno
Yucatán México