Inventivas
El pájaro en la rama
Era una mañana fría en la resaca de la madruga con sus tonos grisáceos en el sonido que cae sobre la terraza y hace que el arrastre parezca una danza de hojarasca.
Pudo hacer a un lado la rama que entorpecía la visibilidad de un patio triste y solo. De ahí que hiciera largos paseos sentada con los brazos apretando las piernas y la cara hundida en el hueco de los codos.
Al hacer a un lado la rama, se sostuvo un silencio y se miraron fijamente a los ojos.
Él, abrió el esplendor del azul que se manifestó en su pecho. Pudo decir que la noche fue larga y que el tiempo se detiene cuando miras a lo lejos una esperanza. Él, repasó la línea de sus labios cuando Ella , sonreía mirándolo como una aparición –inesperadamente frágil-. Entre los dos nació una comunión de alas, como lo débil que resulta el camino para dos personas de capacidades lejanas.
Ella, cerró los ojos y entreabrió los labios quedamente para decir su nombre… extendió el pueril contorno de su mano y sostuvo el precipicio esperando la caricia larga. Sólo obtuvo la respuesta del aire con su fragancia seca que mece la rama desquebrajada. Al abrir los ojos vislumbro en el patio los pormenores del otoño cuando llega al finalizar el verano con sus tonos verdes de rojizos presagios… Él, se detuvo y limpiándose el pico con las patas regaló su última tonada, se infló el pecho e impulsándose en la rama se fue hacia otros rumbos donde las nubes son negras y parece que el cielo es una mancha de lodo…
Al cerrar la ventana restregó la palma de su mano entre el pubis durazno y esbozando una triste carcajada se miró en el espejo y se dijo a sí misma: “eres una quieta muralla de palabras que pretenden salirse de su jaula.”
Marina Centeno
Yucatán México