lunes, 13 de agosto de 2012

Por qué se fueron las palabras


Inventivas

Por qué se fueron las palabras


Cada que el período menstrual aparece en el regazo de la soledad Ella tiene el color de la cereza con sus límites agrios y su aburrimiento De nada sirvió el acomodo de las poetisas al buscarle un hombre en el verano cuando obtuvo la mención en su escritorio en la nota que dejan las palomas cuando sale a las tres a contar las migas de pan sobre el asfalto

Cuando vuelve responde al cristal de la ventana y deja pasar el mundo para luego tragarse la rutina y pensar que vivir es escuchar el tictac y estar pendiente de la salida

Toma el autobús y busca el último asiento para dejar correr a las palabras que le siguen hasta casa Qué manera de ser fiel Para serlo se necesitan dos alas y la rapsodia del viento cuando todo acaba y sigues pensado que eres la misma con las patas atadas a una rama y el corazón cimbrando en estocadas

Deja caer los brazos hacia el entierro del sol cuando la vista se cansa de agudizar el tono de las sombras Baja del autobús y cuenta los pasos con decoro entre la cumbre que desata su figura para hacer a un lado el remordimiento de ver a las palabras perseguir el ajetreo de la audacia

Sin ninguna razón -con la pesadumbre de los inocentes- abre las ventanas para dejar pasar el tedio y las perspectivas de las palomas por el encierro

Estoy vacía –dice- por debajo del vestido existe la sobria decadencia del pellejo en el naufragio de las barcas

Estoy exhausta de buscar la intemperie de las rosas para cortar el tallo con las manos y beber la resina gota a gota…

Traigo agua en la sed y no me alcanza la tinaja que tengo cuando abro la carta y deslizo el porqué sin esperanza

Tengo hambre de alas Con la sopa a vapor y el mensaje en el puño y el muñón cuando amenaza la forma rudimentaria de volver a ser yo porque tengo razón de ser infiel cuando leo a Cortazar  en los alambres de la  página*

No miren hacia adentro porque el vacío se impregno de palabras



Marina Centeno
Yucatán México


*verso de Julio Cortazar en el poema "Cinco últimos poemas para Cris"